Buscar este blog

miércoles, 11 de noviembre de 2015

¿Cómo y para qué seducimos?

Cuando pensamos en la palabra seducir, muchas veces la asociamos con todo lo que tiene que ver con la sensualidad y la sexualidad, pero la realidad es que la palabra "seducción" tiene un significado mucho más amplio. Seducir es poner en marcha todos los recursos, más o menos conscientes y más o menos automáticos, en distintas situaciones, con el fin de satisfacer una necesidad o un deseo. Seduciendo conseguimos lo que queremos. 

Seducir no es algo ni bueno ni malo, todos los hacemos constantemente en nuestras relaciones independientemente del tipo que sean. Observar cómo lo hacemos y para qué lo hacemos nos ayuda a ser un poco más conscientes de nosotros mismos, y esa es la clave fundamental del cambio, la consciencia. 

Podemos probar a hacer un ejercicio sencillo y práctico. Podemos pedir a alguien que nos grabe con una cámara hablando sobre nosotros o podemos observar a alguien conocido con atención y preguntarnos qué nos seduce de esa persona, qué nos atrae de ella e incluso podemos preguntar a  ortas personas qué les atrae de nosotros mismos. No todos somos vulnerables al mismo tipo de seducción ni todos seducimos de la misma manera, pero observar esto en nosotros también nos ayuda a conocernos. 

Son muchas las maneras con las que seducimos y atraemos a los demás. No solo lo hacemos con lo que decimos, el lenguaje que utilizamos, el contenido, lo mucho o poco que profundizamos en nosotros mismos y en el mundo, sino con nuestro tono de voz, nuestras pausas, la tranquilidad o nerviosismo con los que hablamos, nuestros gestos, nuestra forma de mirar o de evitar mirar, nuestra sonrisa, lo que hacemos con el cuerpo, nuestra postura, más abierta o más cerrada, la delicadeza o firmeza con la que nos movemos, todo. Podemos atraer a los demás por nuestra vulnerabilidad o nuestra seguridad, por ser concretos o ser abstractos. Todo depende de a quién estemos seduciendo y para qué. 

También son muchas las razones que perseguimos al seducir. Lo hacemos para conseguir distintas cosas, unas veces es afecto, otras atención, otras generar interés, otras sentirnos poderosos, otras cuidar o que nos cuiden... De forma más o menos consciente todos sabemos para qué hacemos las cosas como las hacemos. 

Del mismo modo que seducir no es ni bueno ni malo, la forma en la que lo hacemos tampoco lo es. Aprendemos a conseguir lo que necesitamos por varios motivos: por nuestros modelos familiares, a veces, sin querer o queriendo, imitamos la forma de actuar de nuestros congéneres porque vemos el resultado que se produce. Por nuestros introyectos, mensajes que recibimos desde que somos pequeños por parte de nuestros padres y que, con el tiempo, hacemos nuestros y conforman nuestras "normas" de cómo se deben o no hacer las cosas, de tal modo que, una persona puede seducir dando un rodeo para conseguir algo, porque haya interiorizado que decir las cosas directamente es de mala educación o de ser egoístas. Por nuestras vivencias y logros de nuestras necesidades, cuando hemos conseguido algo, repetimos aquello que nos ha funcionado para volverlo a lograr. Y sí, en ocasiones la finalidad puede ser conseguir algo aunque sea a costa de dañar a otra persona y sin embargo habría que observar qué hay detrás de esa necesidad de dañar, porque no somos malos por naturaleza. 

También podemos observar ante qué tipo de seducción somos más vulnerables y esto va de la mano también de nuestros miedos, nuestras inseguridades y nuestros deseos y admiraciones. De este modo, podemos sentirnos atraídos por la vulnerabilidad, porque eso nos permite sentirnos más seguros y poder cuidar a quien percibimos como débil. Finalmente somos  seres estables y repetimos una y otra vez nuestros patrones cuando han obtenido el fin deseado, aunque pueda no ser el objetivo inicial. 

Ser conscientes del modo en que seducimos y sobre todo para qué lo hacemos nos ayuda a conocernos más en profundidad, mirarnos con más cariño y compasión y, entendiendo nuestros miedos más nucleares, podemos buscar aquellas personas con las que nos sentimos seguros, para tratar de buscar lo que queremos de una forma más completa. 

La otra cara de la moneda es aquello que no mostramos en nuestra seducción, nuestra cara más vulnerable y no lo hacemos por miedos, vergüenza o cualquier otra razón, el problema es que perdemos por el camino otra parte igualmente importante de nosotros. Cuando somos conscientes de esto, podemos tratar de seducir integrando también esa parte y sintiendo así tanto amor por ella como por las otras. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario