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lunes, 2 de noviembre de 2015

Escuchar

Muchas personas se definen a sí mismas como "alguien que sabe escuchar". Y es que "escuchar" es una palabra cuyo sentido es demasiado amplio como para utilizarlo a la ligera.

La Terapia Gestalt propone tres tipos de escucha. Todos sabemos escuchar de estas tres formas, aunque tendemos a posicionarnos más en una o en otra en función del contexto, de cómo estamos en ese momento, de la persona, del contenido que se nos ofrece y de nuestras vivencias y aprendizajes familiares y sociales.

Así pues, hablamos de Escucha Externa, Intermedia e Interna.

La Escucha Externa es aquella centrada en lo obvio, lo que tenemos delante, el mensaje tal y como se nos dice, el contenido de las palabras y el lenguaje no verbal que las acompaña.

La Escucha Intermedia es aquella en la que metemos nuestros pensamientos, juicios, opiniones, etc. En ella se encuentran nuestras experiencias previas y todo aquello que nos han enseñado desde que éramos niños acerca de cómo es el mundo, lo que está bien y lo que está mal, etc.

La Escucha Interna es aquella que tiene que ver con nuestras sensaciones, sentimientos y emociones. Sucede cuando tenemos en cuenta a la totalidad de nosotros, nuestro cuerpo, nuestras emociones... Cuando recibimos un mensaje, observamos cómo reacciona nuestro cuerpo y cómo nos deja.

Cuando estamos en Escucha Externa, atendemos a lo que los otros nos transmiten con sus mensajes y somos capaces de recordarlos puesto que son obvios, literales. Esto también nos sucede ante otras situaciones, podemos ser capaces de captar sonidos, olores y texturas cuando caminamos, por ejemplo, por la calle, puesto que nuestra atención está puesta en lo que hay, lo que es y no hay nada que nosotros pongamos en ello.

El problema de estar continuamente en Escucha Externa es que no profundizamos ya que no nos "mezclamos" ni contactamos con aquello que tenemos delante, no prestamos atención a cómo nos hace sentir un mensaje o una situación, cómo reacciona nuestro cuerpo y qué se mueve dentro de nosotros. A veces las demás personas esperan de nosotros una reacción, una opinión y si solo escuchamos de manera externa, podemos perdernos también eso. Una de las ventajas de estar en esta escucha, es que nos permite observar con atención el mundo que nos rodea y nos permite escuchar sin interpretar lo que sucede. En muchas ocasiones nos ayuda a estar presentes en el momento y en el lugar.

Cuando estamos en Escucha Intermedia, (que suele suceder con bastante frecuencia), sacamos a la luz todas nuestras defensas, las cuales hemos aprendido desde que somos niños por parte de nuestras figuras de referencia y nuestras vivencias personales. Cuando estamos en este tipo de escucha, podemos caer en la interpretación de lo que nos dicen y de lo que tenemos delante, podemos poner juicio, podemos poner nuestra opinión a favor o en contra de lo que se nos dice, podemos distorsionar el mensaje enmascarándolo con nuestros miedos, expectativas y juicios, podemos, por ejemplo, vivir una petición como una exigencia o una devolución o confrontación como un ataque agresivo. Metemos ruido a todo lo que nos llega, ruido que viene de nuestra cabeza y no tanto de nuestro cuerpo. muchas veces nos perdemos a nosotros mismos al dejar de lado nuestras emociones y sentimientos, tomando como verdaderos nuestros pensamientos en vez de escuchar a nuestro cuerpo, sensaciones y emociones. Además, llegamos a teñir los mensajes que nos vienen de fuera con nuestros pensamientos en vez de escuchar lo que se nos dice tal y como se nos dice para después poder preguntar, aclarar, etc. Dotamos a los mensajes de una interpretación que es nuestra y no de quien nos los da.

Cuando estamos en Escucha Interna, prestamos atención a todo aquello que se nos mueve a nivel corporal, cómo reaccionamos ante lo externo y cómo nos sentimos. Cuando estamos en este tipo de escucha, nos cuidamos de la forma más profunda y cuidamos a los demás desde el lugar en el que nos sentimos, sin juzgar ni exigir. Podemos ser capaces de identificar lo que se nos mueve y pedir lo que necesitamos desde ahí, poner un límite o decidir cuidar. Cuando estamos en este tipo de escucha, estamos "hacia dentro", con nosotros mismos y podemos estar en contacto con nuestras emociones, sean dolorosas o no, pasar por ellas y observarlas sin meter dentro nada más, ni pensamientos, ni juicios ni opiniones. Cuando miramos hacia dentro, hablamos desde ahí a los demás en vez de exigirles algo que no les pertenece. De esta forma nos tenemos en cuenta y podemos cuidarnos. Cuando estamos demasiado hacia dentro o solo estamos de este modo, podemos llegar a no escuchar a nuestro alrededor, no darnos cuenta de lo que sucede y de los demás ya que estamos demasiado en nosotros y puede parecer que no escuchamos o no atendemos ni nos interesa, ya que estamos en nuestra necesidad.

No hay una forma de escuchar que sea perfecta, ni debe de haberla. Lo primero que tenemos que hacer es observarnos, ser conscientes de en qué escucha estamos en las distintas situaciones y momentos sin perder el presente. De esta forma, podemos ver sobre qué escucha trabajar más para poder beneficiarnos de aquellas cosas buenas que cada una nos ofrece y de esta manera ser más completos y estar más integrados.

Y bien, ahora, tras toda esta reflexión... ¿sabemos escuchar?



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