Se entiende por "autocuidado", como la propia
palabra indica, todos aquellos "cuidados" y atenciones que una
persona tiene hacia sí misma, por ella, de ella y para ella. Pero no lo tomemos
solo desde una perspectiva de cuidados físicos, porque cuidarse lleva mucho más
consigo.
El autocuidado engloba varias áreas. No hay ninguna que sea
más importa
nte que las demás y tenemos que tratar de prestar atención a todas.
Abraham Maslow formula una teoría acerca de las necesidades humanas básicas
creando así una pirámide en la que, sin satisfacer las primeras, no puede
hacerse con las siguientes. Podemos hablar del autocuidado teniendo en cuenta
los escalones de esta pirámide.
Estas son:
Necesidades
fisiológicas, que tienen que ver con la respiración, alimentación, el
descanso, la homeostasis, etc. Cuidarse no es solo respirar, es hacerlo con
conciencia observando lo que aparece en nosotros cuando lo hacemos, para
observar cómo se encuentra nuestro cuerpo, cuidarse no es solo comer, es
escuchar qué necesidades tienen nuestros órganos para sentirse mejor, no a todo
el mundo le sienta igual toda clase de alimentos y es positivo para el cuerpo
equilibrar sus energía y llenarse de aquello que es bueno para él y que
necesita.
Necesidades de
seguridad, que corresponden con las de sentir que tenemos un hogar, una
seguridad física y capacidad de defendernos, un empleo, seguridad moral y
familiar, etc. El ser humano necesita sentirse protegido desde que nace,
necesita sentirse seguro con aquello que tiene a su alrededor, es una parte
importante de la autoestima, la otra parte tiene que ver con la seguridad en sí
mismo y sus capacidades. Necesitamos saber que tenemos unas necesidades
cubiertas que nos ayudarán a vivir más tranquilamente, sentir que pertenecemos
a un grupo familiar del que recibir apoyo en mayor o menos medida, necesitamos
sentir que tenemos principios sobre lo que está bien y lo que está mal, tal y
como hemos aprendido de nuestros padres. La tranquilidad en este peldaño viene
de la observación de lo que hay alrededor, la valoración de nuestros recursos y
capacidades y la aceptación e integración de nuestra familia como parte de
nuestra vida.
Necesidades de
afiliación, que tienen que ver con la amistad, el afecto y la intimidad. Es
decir, nuestra necesidades relacionales, sentir que nos quieren, que somos
importantes y formamos parte de la vida de otras personas. En este escalón
podemos cuidarnos a nosotros mismos en los vínculos que realizamos. Las
amistades, lo que pedimos y lo que damos en ellas, la pareja y el lugar en el
que nos colocamos, la intimidad entendida en su sentido más amplio. Cuidarse en
este peldaño es respetarse a uno mismo, observar cómo estamos con cada persona,
responsabilizándonos de nuestras cosas y dejando a los demás lo que les corresponde
y sobre todo no obligarnos a dar nada para lo que no estemos preparados,
incluso contacto físico.
Necesidades de
reconocimiento, aquellas en la que vemos reflejado nuestro paso por la
vida, lo que hemos logrado, lo que hemos dejado como huella. Necesitamos
sentirnos valorados, que lo que vamos haciendo tenga un sentido, sentirnos
exitosos. Ese sentimiento viene cuando somos capaces de cuidar la forma en la
que nos hablamos a nosotros mismos, cuando cuidamos el poner la atención en el
presente, lo que tenemos, lo que hemos conseguido y no en lo ausente y en la
carencia. Esto nos ayuda también a ser un poco más justos con nosotros mismos y
con los demás para no exigir una aprobación y reconocimiento que nosotros no
nos damos.
Necesidades de autorrealización, que tienen que ver con los valores, la
moralidad, la espiritualidad, creatividad, espontaneidad, etc. Cuando hemos
integrado nuestras vivencias, lo que nos viene dado de nuestra familia, nos
acercamos a la autonomía. Cuidarse es ser autónomo, elegir por uno mismo el
camino de vida que quiere tomar. La espiritualidad es mirar hacia arriba, ver
el sentido de la vida, valorar nuestra esencia como seres humanos con todos los
derechos que ello supone. Cuidarnos en este peldaño significa escuchar a nuestro
cuerpo y observar su creatividad, lo que pide hacer para expresarse y
respetarlo. Cuando lo hacemos así, somos libres y cuando somos libres, cabe la
espontaneidad en nosotros y en lo que nos rodea.
Hay muchas razones por las que no nos cuidamos como
realmente merecemos por ser seres humanos. A veces es porque ni siquiera nos
hemos parado a poner conciencia en todo lo que implica cuidarse, nos quedamos
solo en algunos peldaños o quizás solo en uno. Nos olvidamos de que nuestro
cuidado emocional y nuestro respeto propio son igual de importantes que nuestra
alimentación. Otras veces sucede que le restamos importancia y eso nos sirve
para desviar la atención del cuidado. Podemos haber aprendido a asociar
distintas cosas al cuidado de algunas partes de nosotros mismos, porque nos han
enseñado, o por nuestras experiencias pasadas y por tanto es mejor apartar la
vista de ellas y dejar de cuidarlas. En otras ocasiones centramos el cuidado en
otras personas para no tener que poner atención en nosotros mismos, quizás
porque sintamos que no tenemos derecho o porque hayamos aprendido que los demás
son más importantes que nosotros mismos. Otras veces podemos sentir rechazo,
vergüenza, culpa, miedo y otras emociones desagradables asociadas a cuidarnos y
por tanto aprendemos a no hacerlo. Todas las personas tenemos un punto débil a
la hora de cuidarnos, es importante observarnos para darnos cuenta de cómo
estamos y de qué necesitamos para saber si nos cuidamos como merecemos.
De manera que, el primer paso para cuidarnos mejor a
nosotros mismos es conocer hasta dónde llega el autocuidado. Poner conciencia
en nosotros mismos y eso solo se consigue mediante la observación de nuestras
sensaciones, emociones, nuestro cuerpo y nuestra mente. Cuidarnos es
observarnos y aceptarnos con todas nuestras necesidades, deseos, miedos,
inquietudes…la integración viene de la aceptación porque para poder cuidar bien
a los demás, hemos de poder cuidarnos bien a nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario