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jueves, 19 de noviembre de 2015

¿Cómo son y para qué nos sirven los mecanismos de defensa?

Todos los seres humanos estamos en contante defensa de aquello que nos hace daño, tanto internamente como externamente. Los mecanismos de defensa no solo son elementos físicos que nos permiten poner límite a lo que nos viene de fuera que podría ser dañino para protegernos de ello, sino que son mecanismos internos, aprendidos a lo largo de nuestra historia que nos sirven para no contactar con aquello que nos duele y nos resulta desagradable y, en otras ocasiones, para no despegarnos del contacto por miedo a retirarnos del entorno y las relaciones. 

Los llamados “mecanismos de defensa” permiten al ser humano permanecer inconsciente, permanecer ciego, precisamente por ese miedo al contacto con el exterior y con el interior. Al final, nos defendemos siguiendo una polaridad, la del contacto vs retirada. Existen cuatro mecanismos de defensa según la Terapia Gestalt y, aunque todas las personas nos movemos en todos ellos, tendemos a poner en marcha uno u otro de forma más frecuente en función de nuestras necesidades, miedos, aprendizajes...  Estos son:

-       Introyección: Consiste en integrar sin filtro alguno lo que recibimos del entorno. Más que integrarlo, lo tragamos. Pueden ser mandatos familiares o normas que explican la cultura familiar o cualquier otro tipo de valores personales con los que nos construimos una identidad ajena. Por ejemplo, un introyecto podría ser el de "tienes que ser trabajador", es algo que en algún momento se nos dijo y nosotros lo hemos hecho parte de nuestra identidad, sin siquiera cuestionarlo.  Para poder cambiar este mecanismo, además de observar su funcionamiento y para qué sirve, hay que pasar por un proceso de asimilación, un cuestionamiento de los mensajes y aceptación de aquellos con los que queremos vivir para que no sean un obstáculo a la hora de contactar con el entorno que nos rodea. 

-       Proyección: Se trata de colocar en los demás lo que no aceptamos de nosotros mismos. Es la tendencia a hacer responsable al mundo de lo que es propio. Se proyectan sentimientos, acciones y pensamientos de los que uno no se hace cargo. La proyección y la introyección, como caras opuestas de la misma moneda, establecen una relación compensatoria. Tendemos a proyectar el opuesto al introyecto para mantener así una supuesta identidad. Si tomamos el ejemplo del introyecto de "tienes que ser trabajador", seguramente detestarás la vaguearía, la dejadez en las demás personas, habrá una crítica hacia esa característica porque eso ayuda a alejarse de esa etiqueta que cambiaría por completo la identidad que ya está supuestamente forjada además de la visión que los demás puedan tener.  En este mecanismo, la clave es darse cuenta de que ponemos en lo de fuera cosas que son nuestras, plantearse si lo que enfada es algo del otro o es algo propio y por tanto "reapropiarse" de aquello que se está sacando fuera. 

-   Confluencia: Consiste en la fusión entre lo interno y lo externo, es quedarse pegado, confundir unión con identidad y haciendo suyas las ideas, valores y sentimientos de los otros o de un grupo. De esta forma se evitan los risgos de la diferenciación y es esta la clave para solventarlo, el poder diferenciarse de forma autónoma de los demás. Un buen ejemplo de esto son aquellas personas que pertenecen a una secta o a grupos radicales donde existe un pensamiento igual para todos y no pensamientos individualizados. 

-       Retroflexión: Consiste en marcar de forma excesiva el límite entre lo interior y lo exterior, entre uno y los otros.  De esta forma, en vez de establecer contacto, hay una vuelta hacia uno mismo y/o contra uno mismo, haciéndose a sí lo que le gustaría hacer a los demás. Se retroflectan los sentimientos negativos y las somatizaciones que son daños que nos autoafligimos para no responder al entorno. Las retroflexiones más importantes son: el odio dirigido a uno mismo, el narcisismo y el autocontrol. La retorflexión sirve para no contactar con sentimientos negativos dirigidos hacia fuera, como por ejemplo, enfadarse con una persona que te ha empujado en la calle, en este sentido, es más sencillo enfadarse con uno mismo por estar en un lugar poco apropiado.  Por lo tanto es importante comenzar a sacar fuera las emociones en vez de llevarlas hacia sí. 

-     Deflexión: Es una maniobra que tiende a soslayar el contacto directo con otra persona o situación, un medio de enfriar el contacto real. Son conductas deflexivas la verborrea, el tomar a risa lo que se dice, irse por las ramas, hablar en abstracto, ser diplomático en vez de abstracto, etc. El aburrimiento, la apatía y la desenergetización son deflexiones que desvitalizan la relación. La frase estrella de la deflexión es la de "dejar para mañana lo que haya que hacer o decir". El objetivo es, nuevamente, el no conectar con sentimientos negativos, no profundizar en las relaciones ni en los compromisos, se puede llegar a la superficialidad cuando se reflecta demasiado. 
  
Otros mecanismos neuróticos son:

-       Proflexión: Se trata de una combinación entre proyección y retroflexión, hacerle al otro lo que me gustaría que me hicieran a mi. Es una forma de manipulación seductora. Por ejemplo, una persona que halaga una característica del otro con el fin de que este se gime en él, tratar de generar sentimientos positivos en una persona para evitar conflictos o evitar generar una visión negativa en los demás, algo que genera mucho miedo. 
-       Egotismo: Cuando comenzamos a tener conciencia de nosotros mismos, podemos caer en el mirarnos en exceso a nosotros mismos, nuestras necesidades, deseos, miedos... El problema es que cuando nos quedamos aquí, dejamos de tener en cuenta al otro y podemos caer en el egoísmo. 


Ningún mecanismo de defensa es bueno o malo. Todos están y todos somos cada uno de ellos en menor o mayor medida. Son formas de actuar, pensar, sentir que nos ayudan a contactar o a retirarnos del contacto cuando algo nos duele mucho o nos genera sentimientos desagradables. Cuando empezamos a vernos a nosotros mismos, somos conscientes de estos mecanismos que desplegamos y que al final conforman una capa a la que llamamos identidad cuando la realidad es que debajo hay muchas más cosas, debajo somos mucho más. Cuando lo descubrimos por medio de la conciencia, somos más reales, mas auténticos y podemos descubrir la bella naturaleza de contactar con todos nuestros sentimientos y con lo que nos rodea, porque nuestro principal protector, somos nosotros mismos. 


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