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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Contacto físico, contacto humano

"El contacto solo puede ser bueno y creativo cuando existe el apoyo necesario para permitirlo (...) y el contacto es el reconocimiento de que lo que tiene el otro es único" (Laura Perls)

El contacto físico es mucho más que dar abrazos y tocarse. El contacto físico lleva consigo una gran responsabilidad. Implica responsabilizarse de las propias emociones y sensaciones y ser conscientes de si podemos, en un momento dado, hacernos cargo de las de otra persona para cuidarla (que no para quitarle su responsabilidad).

La manera en la que contactamos con los demás y con nosotros mismos va muy de la mano de muchos factores: en primer lugar, de lo que nuestras figuras de referencia hayan contactado con nosotros y de lo que nos hayan dicho que es contactar o cómo debíamos hacerlo, de la huella que queda en nuestro cuerpo de las veces en que hemos contactado con otros y de cómo los otros lo han hecho con nosotros, de nuestros miedos, nuestras vergüenzas y ante todo de nuestras necesidades, especialmente cuando nos permitimos expresarlas y satisfacerlas.

Podemos contactar por muchas razones, unas veces puede ser para buscar afecto y cariño en los demás, sentir nuestro cuerpo y el de otra persona, caricias, abrazos, cercanía... Otras para demostrar cosas, como interés, cercanía, amabilidad, dulzura...a veces necesitamos que los demás vean algo en nosotros y de esta manera podamos mantener esa visión que los demás tienen. Otras para demostrar poder, demostrar seguridad  y fuerza y otras para cubrir una necesidad de dejar de sentirnos solos.


Cuando hablamos de responsabilizarnos de nuestras emociones y sensaciones, hablamos de contactar y de recibir contacto, que en ocasiones, no funciona de la misma forma. La Gestalt habla del Ciclo de Satisfacción de Necesidades en el que podemos identificar en qué momento dejamos de satisfacer algo que estamos necesitando en cualquiera de los niveles. Cuando tenemos claro para qué queremos contacto con otra persona, podemos observar cómo nos dice esto nuestro cuerpo, qué sensaciones tenemos cuando somos conscientes de nuestra necesidad. Después podemos poner en marcha alguna de las formas que tenemos normalmente de conseguir lo que necesitamos (unas veces podemos exigir el abrazo, otras podemos comportarnos como víctimas para que otra persona se acerque y poder contactar, otras utilizamos la sutilidad...) o podemos observar si somos capaces de pedirlo y qué resistencias surgen cuando vamos a hacerlo porque en ocasiones exigimos porque tenemos miedo de que nos rechacen si lo pedimos o somos capaces de quedarnos sin satisfacer nuestra necesidad porque sentimos vergüenza. No podemos controlar las acciones de otras personas ni debemos hacernos cargo de sus experiencias, pero sí de las nuestras para elegir si pedimos desde otro lugar o repetimos nuestro patrón.

Por otra parte está el recibir. Para que un contacto con otra persona sea real, tenemos que estar preparados para recibir y no siempre lo estamos o no siempre somos conscientes de si lo estamos o no. Hay personas a las que no les cuesta dar porque sienten la necesidad de cuidar a los demás y sin embargo tienen dificultades para recibir porque no saben ser cuidados. A veces nos obligamos a recibir cuando quizás no estamos preparados o no es eso lo que necesitamos y por es razón es útil preguntar a nuestro cuerpo cómo se siente y qué necesita, para poder decidir desde ahí qué quiere hacer.

Algunas personas utilizan el contacto físico para defenderse. Quizás no hayan asociado nunca el cariño y afecto con un abrazo o una caricia o cuando lo han hecho, han sido dañados. Es posible que sientan que son vulnerables si les tocan y son ellos quienes deciden cuando tocar a los demás y de qué manera. Es una forma de cuidarse de aquello que asusta. Cuando uno es consciente de sus emociones ante esto, puede observarlas y decidir si quiere contacto aun estando con ellas. No es necesario quitarse el miedo o la vergüenza para luego ser capaces de abrazar a otra persona, primero hay que ser conscientes de que se necesita abrazar o ser abrazados y después ver si se puede abrazar aun con el miedo y la vergüenza.

La clave del contacto es el respeto y el afecto, tanto hacia la otra persona como hacia uno mismo. No podemos obligar a nadie y menos a nosotros mismos a hacer algo que no queremos o algo para lo que no estamos preparados. Quizás somos más conscientes de otra clase de necesidades como comer o beber y menos de la necesidad de contacto, porque, por las miedo o vergüenza que tengamos, la realidad es que somos seres humanos, y los seres humanos tenemos derecho al cariño.

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